Como todo europeo que siga los informativos debería saber si no tiene encefalopatía espongiforme por exceso de programas del corazón, hoy tenemos huelga general.
Y aquí estoy, de servicios mínimos. Lo más mínimos posible, os lo prometo. Hasta las dos y a casa, que una cosa es que una sea interina y le haya tocado tragárselos, y otra ir más allá del estricto cumplimiento del deber.
Si os tengo que decir la verdad, si no fuera por no discutir con Señorpadre ni siquiera estaría aquí. Así al menos, cuando amorticen mi plaza y acabe en la calle de todas formas (o si a este santo Ayuntamiento le da por hacer un ERE por déficit el año que viene), no podrá decirme: "¿Ves? ¡Por revolucionaria! ¡Te lo advertí!" (sí, a vosotros os puede parecer una tontería, pero es porque no tenéis que aguantarle. No se acuerda de dónde se ha dejado las gafas esta mañana, pero recuerda perfectamente cualquier tontería que hice hace treinta años y no permite que yo la olvide).
Y además, también joroba un poco que la mayoría de nuestros intrépidos representantes sindicales también estén aquí trabajando o se hayan pedido asuntos propios, qué queréis que os diga. Precisamente ellos que deberían dar ejemplo de compromiso y eso (y que además pueden permitírselo porque tienen la plaza en propiedad). ¡Demonios, si ni siquiera han puesto piquetes en la puerta!
Así que me voy a tomar las cosas con muuuuchaaa calma.
Mirad qué vídeo más potito colgó Arianeta para Halloween:
Y disfrutad de mi sinfonía favorita:
Revolucionarios días.